Más allá

Obra de Almeida

Estoy persuadido de que si Ramón Franco Bahamonde hubiese desaparecido dos años antes de 1931 no se habría proclamado la Segunda República Española. Pensar eso es una herejía para el par de historiadores a los que confié esta idea, que insisten en factores socioeconómicos preferentemente, y que no atendieron a mis razonamientos. La idea es que el personaje mediático por excelencia en aquella España, el héroe nacional, era Ramón, por su gesta del vuelo a América en el Plus Ultra. Aquella España adoraba a los toreros, era tan machista que idolatraba por encima de todo a los valientes, y Ramón Franco lo era en grado sumo.
Pero es que además, una vez que se indispuso con Primo de Rivera, el dictador, empezó a conspirar frenéticamente, y en sus manos se unían poderosísimos hilos: la conexión masónica, la de la FAI, la de la Ezquerra Republicana, y la de la oposición dentro del ejército.
A eso se une que convirtió en apasionante y dramático folletín su acción revolucionaria, con la rebelión de cuatro vientos, sus estancias en la cárcel recibiendo cientos de visitas de admiradores, su huída y exilio; y todo ello seguido por la prensa. Era el héroe con complejo de David que no se arredraba con nada y atacaba frontalmente a la autoridad del Estado. Personaje tan novelescamente romántico fue, a mi modo de ver, esencial en que la rebelión republicana cobrara fuerza y predicamento social.
Esa idea mía no tiene un más allá, es un divertimento para historiadores, y quizá serviría para reconsiderar el papel que, en la historia, juega la acción individual. Pero nada más. Lo peligroso, sin embargo, es que casi sin darme cuenta he reparado en algo esencial y que no quiero consignar aquí: creo que he comprendido la lógica de lo que está pasando en el mundo, que no tiene que ver con las teorías conspiranoícas de Internet, sino con la acción de, bueno, ya lo comenté y me veo ahora aquí, medicado en exceso y culpado de un crimen horrible. Estoy en un psiquiátrico penitenciario y sé que de aquí no saldré pero… ¿Y si colaboro? Tengo ideas para que el plan de ustedes prospere y se perfeccione.
Díganle a quien decide que estoy en venta. Vamos, que me vendo gratis: quiero conocer el futuro y no estoy nada seguro de que, desde el más allá, pueda enterarme.