Si Azaña hubiese triunfado como literato no se habría procurado tantas complicaciones. A mí me pasa como al mejor orador de la II República Española, el muy controvertido alcalaíno, y no me conformo, voy a delinquir porque mis cuadros no se venden y, además, ni tengo dinero ni mi vida íntima deja de ser un desastre, y alguna vez me fijé en que los que pasean dinero por la calle son los repartidores… por ejemplo los distribuidores de bebidas.
Siempre tuve claro que mi pintura, mis dibujos, habrían de triunfar en los USA, sobre todo si contara con un marchante judío, pues el mercado del arte lo dominan, creo, los nietos de David.
Hay quien dice que los hebreos del norte no son hebreos, si kazajos, provenientes de un poderoso reino entre ruso y asiático, (¿no es lo mismo?) que se sumó a la fe mosaica por conveniencia estratégica. Pero qué más da. Al final resulta que, en buena parte, somos lo que queremos ser, y el mismo Jesucristo no hubo de existir necesariamente, basta que cientos de millones de fieles crean en él y esperen un nuevo Advenimiento. Yo me creo que soy buen artista, y culpo a los filisteos locales de mi fracaso, y siempre he tenido claro que así, si triunfas antes en el extranjero, se termina cotizando bien, de modo que daré dos golpes a repartidores, (más es peligroso), en el mismo día; he vendido un reloj que fue de mi abuelo y me he desprendido igualmente de cosas para mi muy apreciadas por las que me han pagado una mierda. En cuanto pueda, billete de avión, Nueva York, y abandonar a su suerte a Carillo y Suarez, a Blas y a Landelino… Alguien ha observado que proporcionalmente hay mucho político con nombre no común…y ahí queda la observación que podría explicarse, tal vez, profundizando en el asunto, pues llamarse raro puede llevar a singularizarse tanto que se crea encarnar, por parte de algunos un Destino Manifiesto, como presumen los estadounidenses, que te matan mascando chicle.
Todos matan y yo si me es necesario también lo haré, ya digo que estoy harto, y ese no es buen estado de ánimo. Y lo peor – o lo mejor- , es que soy buena persona.
Con el primer repartidor no hubo problema, le robé limpiamente, se dice así, como si tuviera alguna relación la fechoría con la higiene, igual que, en la misma onda, se alude a los negocios sucios. Por cierto, este país, y supongo que todos, está más que tiznado… y eso, aunque he dado el paso hacia la criminalidad, me subleva.
Que buen ciudadano podría ser un servidor si el triunfo – aunque no fuera todo el que merezco- fuese mi compañero.
Había seguido los trayectos de mi primer objetivo. Lo abordé al anochecer, cuando salió de una entrega en un pub cerrado a esa hora… desde luego que me expuse mucho, pero la suerte, dicen, ama a los audaces, de manera que me acerqué pidiéndole fuego – ¡Qué asco de tabaco! Y le puse un puñal en la garganta.
Me llevé limpiamente – seguimos con la higiene- el fajo y en una bicicleta me largué cagando leches. El tipo tardó algo en reaccionar, y eso permitió que no fracasara el golpe, que tenía mucho de kamikaze… por cierto… he leído y escuchado tanto sobre Japón y sus hijos que no se bien que pensar, pero dominan en mi imaginación las películas que se han hecho contra ellos. Luego resulta, según leí, que en realidad, fueron empujados a la guerra pues los anglosajones les hicieron la vida muy difícil (incluso provocando hambre) y tuvieron que lanzar tiros. ¿Quién sabe? La Historia, por lo que llevo visto, es un campo de juego donde se enfrentan interpretaciones muchas veces antagónicas, y si profundizas algo, comprendes como dijeron Ortega y Gasset, o su medio discípulo José Antonio Primo de Rivera, que la vida es lucha (y por tanto no hay verdad).
Aparqué la bicicleta y me encaminé a un almacén, también de bebidas, casi a la hora del cierre, y abordé, en su oficina, a una apetitosa señora o señorita de pelo castaño, que me entregó una caja metálica llena de dinero.
Yo había dado los dos golpes a cara aparentemente descubierta; como hice teatro en el instituto sé caracterizarme y resultar irreconocible.
Estaba muy tenso, lógico, y me fui a casa de una prostituta casi amateur, la bondadosa Mercedita y aunque no pude consumar, me relaje por fin… como supongo que se queda un león, o una hiena, después de matar y devorar.
He tenido que dar gran parte del dinero del motín a mi hermana Mónica para que viaje y la hagan abortar. No sabe quién es padre y estaba fatal. Me tiene quemado desde la infancia. Siempre pidiendo, siempre molestando. Es lista e incluso inteligente, pero tiene un mal vicio que la enloquece, el hachís.
Pasé dos días seguidos en la cama pensado.
No quiero ser un gánster de ocasión. Si elijo esa vida necesito respaldo: abogado, algún policía, cómplices, ORGANIZACIÓN…y estar dispuesto a lo que haga falta.
No quiero asesinar, aunque robar no me echa para atrás. Mi imaginación – que no yo- es criminal. No sé por qué pero se me ocurren muchos delitos de cometer impunemente. Si existiera ese oficio, yo sería asesor independiente – no consegliere- de algún capo, y ganaríamos dinero los dos, pero hoy resulta impracticable. Me dijo Don Mariano que estudiara Filosofía, porque en una clase era el único que le discutía las enseñanzas de los sabios con algún fundamento. Eres un sofista, llegó a decirme… pero no le he hecho caso por dos motivos: A/ no quiero pasarme dedicado a la enseñanza B/ soy, creo, más artista que erudito.
Me dijo un psicopsiquiatra que me libró de la neurosis porque casi no conozco la culpa y , además, porque, mientras pinto, todo lo demás se va al carajo. No soy un iluso, pero, tal vez, mi ilusión y mi aspiración a ser un gran artista no tengan razón de ser.
Para mi sería motivo de autolisis, pero la loca de mi hermana ha entorpecido mi plan. “Tendré que realizar, entonces, alguna que otra apropiación”.
Dostoyevski, en “crimen y castigo” hace que muera asesinada una anciana usurera. Yo no conozco a ninguna, pero si a un casi viejo con fama de rácano. Merceditas me contó que tiene muchísimo dinero detrás de un cuadro encima de la cama. Lo sabe porque el tipo, borracho por una vez en su vida la dejó abierta, la tenía abierta cuando entraron en la alcoba para que ella le hiciera una mamada… Mercedes hace lo que digo que haga y cada día me quiere más. ¿Formaré una banda? ¿Un equipo de delincuentes aficionados? O mejor, ¿Por qué no me dedico a escribir historias? Pero es que quiero ser gran pintor, gran dibujante, amo a Durero, amo a Caravaggio, y aunque desde hace meses no pinto, no dibujo, algo me dice que me puedo consagrar.
De modo que arrebatamos su dinero al individuo ese (no contaré como), y ahora estoy en París.
Yo no sabía que era racista, pero en Pilgaje, zona de putas, he visto unas mujeres deseabilísimas (muchas con abrigo de pieles) protegidas por negros, por envidiables negros… esto está lleno de hijos de puta pero, eso sí, tienen un buen gusto que les hace únicos como únicos son los croissants.
Huí de París. Ataqué a un chulo que machacaba a una putita en un callejón. Le di en la cabeza con una piedra gorda, el notas cae al suelo, la mujer se pone a gritar, intenta arañarme y he de salir corriendo porque acude gente no sé con qué intenciones.
Un viejo anarquista que conocí en el comedor universitario me apremió “Vete, te pueden matar. Aquí, aunque resulte rarísimo, todo el mundo conoce a todo el mundo”. Noté de nuevo que es acentuadamente paranoico, pero me acogí a su consejo para regresar… “Como en la casa de uno en ninguna parte, santidad”.
Pasé unos días en Madrid, me quedé en casa de Rodrigo, que ha tenido un hijo. Me llegó por dos conductos, la ya casi leyenda, de que en una universidad de provincias de acuñó la paradojo que ha facilitado la Transición: eso de Ruptura Pactada, que dejó a todos razonablemente conformes. Aquel genio verbal, (aunque no se sepa), era yo, y el que envió la fórmula mágica a Madrid un tal Gallardo, informador del gobierno del que yo no podía sospechar.
Ni literatura, ni pintura, ni cine, ni ostias. Soy palabrero. Encuentro con toda facilidad las mejores fórmulas verbales, oscuro y no reconocido epígono de Cicerón soy, y en este anonimato seguiré. Ya sé que he venido a no romperle el rollo a nadie, a ser buena persona…pero el mundo no me lo permite. Resulta que ahora un indeseable quiere aprovecharse de mi hermana y la está esclavizando. El tío es poderoso porque está respaldado por una familia porque el que no es juez es policía, y siempre dan la cara por él.
Me fui a pensar, ya se sabe, me acosté sin límite de tiempo, y, entonces, la solución que me convenía más era matar. He visto tanto cine, he leído tanta novela que es como hacerlo, pero preferiría no aumentar mi karma con un asesinato.
Pensando, durmiendo, soñando, he visto que la solución es más diabólica y fácil. Ya que es cocainómano lo implicaré en un delito relacionado con ese vicio y se le caerá el pelo.
Iré a ver a Aurelio, que vive en una zona conflictiva del extrarradio dedicado a su trabajo, a quebrantar la ley. Hemos acordado raptar al tío, sacarle todo lo que tiene, robarle el coche y dejarle cerca de una comisaria desmayado y con los bolsillos repletos de cocaína muy cortada y sin documentación.
Con eso quedará fuera de juego, y espero no necesitar ocuparme más de él. Y a Mónica la facturaré para París. Es una ilusión que tiene desde siempre, vivir junto a la gran torre.
Me queda dinero, bastante, tengo menos de treinta años y el suficiente discernimiento para consultar a quien creo que sabe. Es el caso de Tío Miguel, mi amigo Miguel, que vive retirado en la playa con Briguitte, sin hijos, sin perro, sin pájaros enjaulados.
“Te envidio”, dice miguel, “No has hecho nada irreparable, o al menos resulta difícil implicarte en algo… aunque has aprendido… ¿Cuántos llevas sin pintar? ¿Estás seguro de que tienes esa vocación? He consultado tu carta astral y he consultado el tarot, el i Ching, y el Tarotín preguntando por ti. Esos inventos coinciden entre sí, y sobre todo, es lo que importa, me dan la razón.
No te rías, pero eres un santo extraviado en este Purgatorio, de modo que mancharte las manos es tu sino, aunque te pese, pues estás aquí para hacer favores. Has venido a eso, aunque te jorobe, joda tus aspiraciones más vanidosas y egoístas.
Monta una librería de libros usados (no sabes lo mucho que se saca de ellos), cuídate concienzudamente, llévate esta lista de libros, ama y folla mucho, y espera. Y espera.”
En estos cinco años, tres años desde que vi por última vez a Miguel, (murió poco después de ir a visitarlo); a mi Tío Miguel, he tenido un hijo con Adela, y su marido, desconocedor, lo está criando como propio. Adela y yo nos vemos a veces, siempre me gustó, me gustó siempre, sabe ponerme en marcha, solo con su voz algo ronca que contrasta con su mirada de niña llena de asombro. Hoy nos hemos ido a la sierra, y en el hotel le pedí que se quedara en ropa interior y me detuviese por haber infringido el Código Penal.
Me desnudó, – muy seria-, para comprobar que no llevaba nada escondido, me sermoneó entre risas sobre lo inapropiado de no acatar las leyes, y no pudimos más, terminamos la comedia en la cama.
No puedo casarme con Adela por motivos que no vienen al caso, pero la amo como no amo a nadie, nos tenemos, no somos tres, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sino solo dos, ella y yo.
Me dijo Miguel que soy un santo perdido en este Purgatorio, más que santo yo me veo como un ángel, como un mensajero, (que es lo que significa Ángel), y el mensaje que traigo es la muerte. Yo castigo. Yo juzgo. Yo ejerzo un poder de vida o muerto sobre mi prójimo. Yo soy – se puede ver así- un jardinero que sabe que el trigal también necesita sapos y ratas, pero que expulsa a los intrusos y cuida que todo suceda como ha de suceder.
Naturalmente no voy a enumerar aquí lo que he realizado y un tribunal condenaría con las más duras penas. Quien tenga curiosidad solo tiene que acudir a la hemeroteca, y pronto, si no es lerdo, descubrirá lo que singulariza mis actuaciones, porque tengo estilo, siempre lo he tenido, incluso cuando pintaba.
Lo más grande es que me han descubierto y tengo seguidores mudos en esta sociedad echada a perder, desajustada, sin norte y sin sur. Nadie imagina que habría pasado si no intervengo, aunque la psiquiatra dice que tengo manía de omnipotente grandeza. No sé. Ella será la próxima.