El listo

Obra de Lanceta

Es lo que tiene. Estábamos cenando en un restaurante bastante lleno y un camarero (no sé si demasiado agobiado por el trabajo o envenenado por su propia chulería), le dijo a mi novia en un tono que no me gustó: “aparta mi vida”. Me levanté y le endiñé un empujón en el pecho, y pasó lo que suele pasar, se cayó de espaldas tras andar para atrás impulsado por el golpe.

Enseguida vinieron los compañeros del tío y cuando, tras las amenazas, pensé que se vengarían allí mismo, o, tras sacarme a la calle me golpearían. Se interpusieron dos individuos, uno muy alto, y otro parecido a un ropero.

Eran policías, nos sacaron de allí, nos acompañaron al coche, y el más forzudo me dio su tarjeta. Con un tono serio me dijo que lo llamara al día siguiente.

Se trata del inspector Pinedo, explica que la superioridad está preocupada. Los artículos que pongo en la red sobre el sigo XX están siendo plagiados por un grupo semiterrorista, y que harían que yo les desinformase escribiendo sobre lo mismo con otro enfoque. Naturalmente me negué, lo más que puedo hacer es cesar la publicación, nada más.

Osea, me estaban supervisando, y es que, por sus escuchas, sabían que yo sería abordado por ese grupo medio fuera de la ley, que pensaban proponerme algo.

Yo estaba muy extrañado, porque en realidad, casi todo lo que escribía se relacionaba con inventos y derechos de propiedad intelectual, aunque es verdad que hice alusiones amplias al ambiente de los enfrentamientos políticos de la época. Pues nada, a esperar como se espera un castigo, pues de todo eso no podía salir nada bueno. Al final resultó que se trataba de un error. Yo he dejado la tecla durante un tiempo y cuando la retome, no tocare asuntos por los que, si volviera la censura en serio por parte de algún bando me molestaría.