Más

Obra de Gonzalo Llanes

Entonces empezó a llover y yo no tenía paraguas, llovía de verdad. Había quedado en el centro, y era inconcebible llegar tarde; me la jugaba. Taxis no había, y el agua seguía volcándose en la ciudad mientras yo la contemplaba desde un zaguán.

Tenía un margen muy corto, llegaría tarde de todos modos… Pase delante de un bar, le di un empujón a alguien que quitaba el candado a su bicicleta, y me fui con ella a toda velocidad. El tío me maldijo a gritos, incluso corrió detrás mía.

Bueno, que más da, llegue tarde y no estaba allí el esbirro. Aun no puedo pagar, solo entregar la mitad, y los intereses corren. Es gente peligrosa. Se trata de un grupo muy bien dirigido, de reciente implantación entre nosotros, que siempre somos más importadores que exportadores. Vaya, iré a ver al viejo Tomas que es un conocido, y lo sabe casi todo: es antiguo atracador que dice estar retirado (yo no lo creo), y tiene los mejores contactos. Su casa es un piso bajo. En la puerta hay amarrado un mastín capaz de asesinarte. No tenía vecinos, los restantes pisos estaban desocupados, no sé por qué… A pesar de todo me cae bien, cuando quiere es simpático, como dicen que pasaba con Bonaparte, al que todos temían, pero que sabía seducir a quien le daba la gana.

– Eres un idiota.

– ¿Qué quiere? Está muy buena, es muy golosa, estoy atado.

– Compraste a crédito, pues ¡Idiota! ¿Y qué quieres que haga?

– Que hables con ellos.

Y una mierda. Son más malos que yo.

¿Qué hago?

Puedes irte a otro sitio. Dame el dinero que tienes encima.

Abrió el cajón de una mesita baja y saco la pistola con la que podía volarme la cabeza.

– Venga, dámelo y vete de aquí, idiota. Te mereces lo que te va a pasar ¡Y no vengas más¡

Uff. Entre todos van a sacar el demonio que llevo dentro, y desde que me han explicado bien lo que dicen que es el karma…maldito yoga; me han explicado que todos participamos del Espíritu, pero hay que alcanzarlo, si no es algo inerte anulado por nuestro amarre al mundo. Yo estoy empezando a espiritualizarme y ahora llega esta gente que me está obligando a volver a encomendarme al demonio ¡Que hijos de puta!  Bien, robaré, mataré la deuda y veré lo que hago.

Tengo una pistola con silenciador. Perico Prendes, que me debe tantos favores, me la ha dejado. Era de su padre ¿A quién desbalijo? Lo he estado pensando, tenga algunas candidaturas, pero he caído en que el que seguro tiene dinero es el hijo de puta de Tomás. Le arreglé el ordenador y le instalé una alarma. Le he hecho varios trabajos, conozco sus costumbres; me quedaré con su dinero y separaré su alma de ese cuerpo suyo porque lo voy a borrar de la vida. El tío mierda esta en diálisis y acude al hospital. Yo sé cuándo  va, lo esperé, lo seguí, le puse, cuando llegó el primer momento propicio, el cañón de la pistola en la espalda.

– Vamos a tu casa, Tomasín, me vas a dar lo que tienes allí, y me vas a decir lo que has escondido lo que una rata como tú ha reunido en su asquerosa vida.

– Te daré lo que debes y te perdonaré ¿Vale?

– Vale mejor, pero tengo un amigo loco que si te vengas, te quito de en medio.

– Tengo palabra. Soy de Aragón por parte de madre. Deja la pistola quieta. No tienes nada que temer de mí. Me he rendido.

– Bueno, ahí está tu casa ¿Has visto esa perra en celo? Suelta al puto perro ahora para que vaya a buscarla.

– No. No. A Nerón no quiero soltarlo.

– Entonces peor para ti.

Soltó a Nerón. Ya en la casa levanto una loseta, allí estaba el dinero que ahora es mío. Le metí un balazo en el tobillo.

– Más

Y ya no creo que me dio más. El tío había coleccionado un montón de billetes.

– Más

Llorando se acercó como pudo a la pared, descolgó un cuadro y allí había también.

– ¿Te liquido?

Sangraba y gemía.

– ¡Llévame al hospital, coño!

– Como hables pierdes más

– Ese teléfono antiguo es de oro pintado en negro, llévatelo.

– Más.

– La cadena de donde cuelga la maceta también y no tengo nada más

– Mas

– No tengo

– Tienes la vida, me la quedo.

Le metí un tiro peliculero, entre las cejas y se acabó.

Me las arreglé. No he vuelto a encomendarme al demonio. Ahora enseño yoga y algunas noches sueño con Tomás.