Mercado negro

Obra de Abilio Salanova

Yo soy, lo reconozco, una especie de Caín, me marché de mi ciudad con menos de veinte años y no he vuelto. A veces fantaseo con aparecer por allí… pero no se lo merecen, ni en lo bueno ni en el daño que podría hacerles. Ahora soy un hombre respetable, vivo de prestar dinero, vamos, soy usurero pero dentro de la ley. Hago hipotecas, no tengo que partirle las piernas a nadie para cobrar.
En otro tiempo si fui maleante, y tuve suerte, no pasé por el Hotel, y tengo hace algún tiempo la nacionalidad de este gran país. Algunas noches me siento muy triste y añoro lo que no he tenido: me habría gustado ser un gran médico, un tipo útil y benéfico. Y he sido y soy un hijo de puta, como tantos, pero con más talento y energía que la mayoría.
Me viene a la cabeza la última putada que le hice al cabrón de mi padre. Eran los tiempos del mercado negro, y le mandé un anónimo chantajeándolo y dando datos que sólo sabíamos en familia. El hombre pagó para librarse de la cárcel, y yo me fui. Lo mejor que hice. De quedarme me habrían encerrado por parricidio.